En un tiempo sin tiempo, cerca de uno de los principios, la luna era siempre redonda y lejana, atada detrás del cielo y colgada de la nada entre vacíos. Miraba el mundo a sus pies coronada de plata y olvido. Y estaba bien mirando en la distancia. Pero una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los dedos en las ramas de un árbol. Cayó de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura: pelo crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna. Cabriolas de luz de luna enmarañada de lobo jugando entre arbustos y colinas. Aullidos y risas y rumor de estrellas entre las hojas. Pero todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo. Cuenta la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque. Y que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su sombra... Los lobos aúllan a la luna pero muy poca gente sabe por qué. Según la leyenda, una noche la luna descendió desde el cielo a la tierra pero desafortunadamente se quedó enredada entre las ramas de un árbol. Un lobo que caminaba esa noche por el bosque, encontró a la luna enganchada en el árbol, le acarició con su hocico y le ayudó liberarse. Estuvieron jugando toda la noche hasta que amaneció. La luna le robó la sombra al lobo para que nunca se olvidase de ella y desde ese momento todos los lobos aúllan los días de luna llena, pidiéndole que devuelva la sombra de aquel lobo.


¿Por qué los lobos aúllan a la Luna?
Cuenta la leyenda, que una noche ancestral, la Luna bajó a la tierra y se quedó enredada entre las ramas de un árbol. En ese momento apareció un lobo y la empezó a acariciar con su hocico y jugaron toda la noche, hasta que ella volvió al cielo y el lobo al bosque, y esta, le robó la sombra al cánido para recordarle para siempre y él desde entonces, le aúlla en las noches de luna llena para pedirle que se la devuelva…
Partimos de la base de que el aullido del lobo, al igual que el de muchos cánidos, es una forma de comunicación más, utilizada para alertarse unos a otros, en la época del celo, para marcar territorios, arropar a sus crías… Las noches de luna llena no tienen nada que ver con un incremento en los aullidos, aunque, como es verdad, en las noches despejadas de luna llena, la actividad siempre es mayor posibilitada por el aumento sustancial de la luminosidad de la noche.